Al entrar a la exposición World Press Photo 2025 en el CCCB de Barcelona, que se puede visitar hasta el 14 de diciembre, las palabras clave de esta edición (conflicto, migración y crisis climática) se convierten en imágenes potentes de guerra, sequía, prisiones y genocidio. Entre ellas destaca el retrato de Mahmoud Ajjour, a cargo de la fotoperiodista palestina Samar Abu Elouf, ganadora del premio World Press Photo del Año.
Al principio de su carrera, Abu Elouf se propuso retratar las vidas ordinarias de los niños gazatíes: cómo experimentan la alegría, la tristeza, la ira, o el humor, evitando representarlos como víctimas unidimensionales. Pero el genocidio a manos del gobierno de Israel, apoyado por fuerzas Occidentales, ha convertido esas vidas ordinarias en vidas marcadas por los bombardeos y un estado constante de dolor. La imagen ganadora, Mahmoud Ajjour, nueve años, cuenta la historia de un niño mutilado mientras huía de un ataque israelí cuyo único deseo es poder abrazar a su madre. 
Sus fotos nos hacen reflexionar sobre los privilegios que tenemos muchas personas y nos animan a encontrar una vía de resistencia al genocidio. Cualquier persona ve imágenes de brutalidad y muerte en redes sociales, las noticias e incluso en los videojuegos. Este flujo hace que perdamos sensibilidad ante la violencia o decidamos mirar para otro lado cuando la realidad se hace insoportable.
Abu Elouf convoca una vulnerabilidad revolucionaria en sus imágenes, exponiendo el sufrimiento y las historias conmovedoras para no incentivar la pena, sino la compasión y la empatía. Ahora vive y trabaja en Doha, Qatar, contando las historias de los palestinos que han huido. Aprovechando su visita a Barcelona, hablamos con ella sobre el futuro del fotoperiodismo, el apoyo que merece la población palestina y sus ganas de vivir. 
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Samar Abu Elouf para The New York Times. Mahmoud Ajjour, nueve años.
Mahmoud Ajjour, quien resultó herido durante un ataque israelí a la Ciudad de Gaza en marzo de 2024, ha encontrado refugio y ayuda médica en Catar, Doha. 28 de junio de 2024.
¿Cuál es tu recuerdo más impactante desde el inicio de tu carrera como fotoperiodista?
Trabajaba con niños en los campamentos de los Summer Games, dependientes de la UNRWA. Tenía un contacto estrecho y cercano con los niños, entonces allí surgió la idea de cómo hacer una exposición que reflejara el trabajo y la actividad de los niños en Gaza. De allí empecé mi trabajo hasta llegar aquí. Y hablando de los recuerdos impactantes, no hay algo en concreto que pueda decir.
Dijiste que lo más importante no es necesariamente la fotografía en sí, sino escuchar a las personas que vemos en la imagen, comprender su historia y tomarse el tiempo de prestar atención a una persona y a una población que ha sido ignorada. ¿Cuál es la responsabilidad de los fotoperiodistas para incorporar esto en su trabajo?
Las imágenes y las fotos son importantes pero los relatos y las historias detrás de estas imágenes son lo primordial. Es algo que he aprendido a lo largo de estos años trabajando como fotoperiodista. Lo más importante es elegir cómo relatar y plasmar la historia que ha dado lugar a esta foto. Una de las cosas que me inspiran en las historias es cómo personas que han pasado por momentos difíciles pueden salir, afrontar y desafiar la situación, reinventarse y además inspirar a otras personas.
En la foto de Mahmoud ves un chico mutilado, pero si te enteras de la historia, te darás cuenta de que es una persona muy valiente, resistente, que quiere vivir, y también de una mujer, su madre, que ha podido salir adelante a pesar de lo que ha sufrido la familia.
Dijiste una vez que una fotografía no pondrá fin al genocidio, pero documentarlo es absolutamente necesario. ¿Hacia dónde crees que se dirige el futuro del fotoperiodismo en Gaza?
El mundo no se hubiera comportado o actuado de esta forma sin las imágenes que han salido desde Gaza. De allí emana la importancia de las imágenes y cómo impactan el mundo y cambian la situación de alguna forma u otra. Estamos sufriendo, hay más de doscientos periodistas asesinados en Gaza, y a pesar de ello, hoy en día hay más periodistas que trabajan para dar a conocer la historia de los gazatíes.
“Las imágenes y las fotos son importantes pero los relatos y las historias detrás de estas imágenes son lo primordial.”
No es la primera vez que los palestinos son blanco de violencia, pero no había sucedido a esta escala desde la Nakba. ¿De dónde sacan los palestinos la fuerza para seguir resistiendo y sobreviviendo?
Es un pueblo que quiere vivir. Defiende, lucha y resiste para obtener su derecho de vida, su derecho a vivir. Están haciendo todo lo que están haciendo porque quieren vivir.
¿Cómo equilibras el orgullo que sientes por tu trabajo y lo que has logrado con el dolor que sientes por tu familia y comunidad palestina?
Es una situación muy difícil, no sé qué decir. Son sentimientos contrapuestos. Yo no puedo vivir, no estoy viviendo ni dentro de la franja ni fuera de ella. Últimamente no puedo contactar con mi familia por cortes de internet, no sé quién sigue viviendo y quién está muerto. Siento muchísima impotencia y a veces siento que les he traicionado. Mi vida es así, es no poder vivir.
¿Cómo encuentras el apoyo que necesitas para continuar en tu trabajo?
Procuro tener un incentivo propio constantemente. Necesito un incentivo interior para seguir trabajando y tener la fuerza dentro de mí. Incluso los premios y los elementos externos no son los que me empujan o ayudan a seguir trabajando. Esta guerra me ha enseñado muchas cosas y me ha cambiado. Ahora he aprendido a centrarme en la importancia de la foto o en hacer que las imágenes y las fotos hagan algo respecto a la guerra, para que la guerra se detenga, no hacer fotos solo para conseguir premios.
¿Qué esperas para la próxima generación de palestinos?
Espero que tengan derecho a vivir como todos los demás. Que vivan sin asedio, sin hambrunas, sin desplazamientos, sin bombardeos. Que ejerzan su derecho a la libre circulación, la educación, la sanidad y todos los demás derechos.
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